Estamos en estos días festejando y celebrando la hermosa festividad de Janucá. Todos nos reunimos en familia, celebramos juntos y encendemos la Janukia proyectando su luz hacia el exterior. De esta manera es como en el judaísmo expresamos públicamente y difundimos el verdadero concepto de Janucá. En realidad Janucá es una lección de vida. Janucá es el uso de la luz combatiendo la oscuridad. Nuestra misión en la vida, es desafiar la oscuridad reinante del mundo comenzando por nuestro propio interior. Janucá nos enseña que en vez de luchar con armamentos contra la misma oscuridad, más bien debemos encender una luminaria y la oscuridad desaparecerá, porque la oscuridad en realidad es solamente falta de luz, no tiene consistencia por si misma. ¿Pero cómo funcionan las luminarias de Janucá? ¿Y en todo caso qué es una luminaria? El versículo dice: “ki ner Mitzva veTora or” la vela es una Mitzvá y la Tora es luz. Una luminaria es una buena acción, una Mitzvá entregada a nosotros directamente por el Creador, para iluminar con su luz nuestro mundo material y elevarlo a un lugar más espiritual, transformándolo de esta manera en un lugar bello y Divino. No existe nada más poderoso que una buena acción. Por eso, cuando comienza Janucá, cuando se pone el sol y la luz solar desparece, encendemos una vela, prendemos la primera vela de Janucá. Al otro día encendemos dos, y así sucesivamente. Cada noche vamos incrementando la luz hasta que logramos el último día el poder y la fuerza de todas las velas del candelabro, las ocho velas. Según la Cabalá el número ocho representa el poder que trasciende la naturaleza de este mundo material, una fuerza divina y espiritual, milagrosa. Entre otras tantas enseñanzas, el mensaje de Janucá, es que cuando nos enfrentamos a la oscuridad, debemos eliminarla agregando luz. Haciendo más actos de bondad, más Mitzvot. Procurando hacer otra Mitzvá mas y de esta manera nuestra “lámpara” personal crecerá día a día. Tal vez creas que tu pequeña buena acción no tiene valor, tal vez pienses que frente a tanta oscuridad en el mundo exterior, la luz de una velita se diluye, pero no debemos subestimar la energía y la fuerza de la luz. De la misma manera como sucedió en la historia de los Macabeos, un pequeño rayito de luz puede disipar una gran cantidad de oscuridad.
Shabat shalom y Feliz Janucá
Rab Iosef Benchimol